MI ÚLTIMO RUEGO

Con mucho amor y temor te escribo:
Ya no puedo aguantar más esta pena que llevo por dentro.
Tu ausencia en mi vida es más fuerte de lo que puedo soportar.
Quisiera que me entendieras así como tú también quisieras que yo te entendiera, pero a veces no es posible. Momentos como estos son los momentos más tristes y dolorosos que hay, los que más daño nos hacen y los que más temor me provocan.
Reconozco que no soy perfecto, acepto que a veces no soy ni la sombra de lo que desearías que fuera. Que sin darme cuenta y aun sin querer... despierto en ti la ira o quizás la tristeza por no saber controlar mis impulsos... ni tampoco respetar tu cariño… Por herir tu orgullo y traicionar lo más sagrado… que un día me regalaste y no supe cuidar.
Y ahora, que estoy solo,
¿qué voy a hacer, amor mío?

¿Qué voy a hacer sin ti?

No siento ganas de nada...
Sin ti... no siento siquiera la vida.
Muerto en vida... triste y vacío.
Maldigo la hora que dejé escapar el amor de mi vida. Culpa innegable de mi tonta soberbia... fruto amargo de mi vil cobardía. Bien merecido lo tengo y muy caro lo estoy pagando. Pero es tanto el dolor y la pena, que no encuentro forma alguna de reparar el daño que te he hecho. Mil veces quisiera pedirte, mil veces quisiera rogarte y aun así serian pocas las penas que habría de pagarte.
Es por eso… que con el corazón en la mano y con honda tristeza y arrepentimiento,
me postro ante ti derrotado y humillado reconociendo mi culpa y pidiendo perdón por todo el DOLOR que hay en tu pecho.

Sí... ese dolor que no se quita, que agobia, ahoga, te quita el sueño y no te deja sonreír aun a pesar del tiempo.
Y te preguntarás… "¿Cómo es que yo sé que sientes eso?"
Sencillamente porque con tu partida yo también lo siento.
No sé si esto que digo sirva de algo, pues con unas cuantas palabras no puedo borrar el pasado. Te pido y te ruego me des una oportunidad (sólo una) para demostrarte que he cambiado. Para gritar al mundo a los cuatro vientos que tú eres el amor de mi vida y que soy sólo yo un pobre diablo.
Dicen que las palabras se las lleva el viento y es por eso que escribo todo esto:
  • Para que no quede duda de lo que reconozco y acepto.
  • Para que todo el mundo lo lea y se entere: que eres tú y solo tú quien reina mi corazón y mis pensamientos.
  • Que me equivoqué y me arrepiento, y que sólo espero tu inexorable veredicto. De volver o alejarte de mí para siempre, convertido en prisionero de mi amargo arrepentimiento.

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