Un mundo mejor para mi

Vivimos rápido,  a veces demasiado. Se nos olvida lo bonito que es saborear cada momento, cada instante, que por pequeño o duro que sea, tiene magia. Pero hay momentos en los que paras, te calmas y te acuerdas de vivir en mayúsculas.  Y es entonces cuando todo se pone en su lugar y te da fuerzas para seguir avanzando al ritmo correcto.

Creo que me he perdido. Me he quedado sin casualidades, sin corazones rojos y sin calles llenas de baldosas de otro siglo. Sin esas noches que parece que no acaban,  enfurruñada como un niño pequeño al que no le dan lo que quiere. Pero el problema es no saber, no saber lo que se quiere y no saber qué desear. Y así seguimos. Cuatro lágrimas contadas y a olvidarse de que a veces duele. Somos fuertes.  O lo fingimos.

No sé bien si murió de amor o de dolor. Aunque bien pensado era prácticamente lo mismo. La encontré allí tirado, inerte, sin mirar a ninguna parte. Destilaba paz. Me tumbé a su lado y me pregunté cómo sería vivir con el corazón muerto.


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