De nunca acabar...

   Que ganas de azotar mi cabeza o mi regazo contra la fría y húmeda pared de mi cuarto, desfallecer de pronto y despertar adherida al frío piso.

     Me arrastro en busca de una ventana para respirar, mira allí, allí está la puerta de salida, corre, alcanza esa gota de satisfacción, pero no te apresures, te puedes caer, recuerda que las fracciones de segundo entre tu estado perfecto y tu estado moribundo son casi cero, tus extremidades no responden y la puerta se cierra otra vez, soñar era bastante lindo, fue perfecto el momento en que todo funcionó.

   Pero toda relación es como un reloj, basta que falle un pequeño engranaje para que todo funcione de forma irregular o simplemente se atrofie.

   En estos momentos estoy engañado, me siento frío, siento que nada tiene sentido, te perseguí, te acogí en momentos de tempestad, te levanté y te dejé feliz.

    Quiero volver atrás y jamás haberte ayudado, contar las horas hasta tu muerte, contemplar cada herida que dejaste sobre mi, y odiarte cada vez un poco más.

   Soy el tonto que siempre estuvo para ti, soy tu confidente que jamás te traicionó.

   Eres mi sueño, mi ilusión, eres quién me daña, quien me engaña, quien no me extraña.

   Teníamos el secreto más grande entre nos, tu mirada fija ante mi y tus brazos tímidos cayendo sobre mis hombros, cada palabra que pronunciabas se hacía infinita, si cada vez que mis labios tocaron los tuyos fueron más de las necesarias, yo siento entonces que quiero ser millonaria de esos placeres, que terrible era cuando ellos huían de mi, pero eran sólo para que tus ojos encontraran los míos, entonces me sentía en paz.

 Pensé que cada vez que juntabas tus manos con las mías, te mostrabas solidaria y abrías tu corazón.

   Si cierras tus ojos, si confías en ti, ¿te dejarías caer a las aguas más profundas?

   Déjame acorralarte en el mar de tus preguntas, déjame desenredar cada nudo que pueda pasar por tu mente.

   Toma mi mano, corre junto a mi, no seamos cobardes y demos todo por el todo, que de seguir así acabaremos en el olvido, hundidos, sofocados y agobiados.

   Ya sudaste por mi y me diste placer, ¿qué hay de diferente con cualquier otro?

    Quizás sólo para mi sea importante, que te quiero con todo, todo el corazón.


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