La clave no son un puñado de fotos ni unas sonrisas borradas.
Tampoco lo son en el fondo, las fechas o los números, aunque a veces cuando el calendario se detiene en un día concreto el corazón se encoja sintiendo un vacío extraño.
Ni siquiera un “felicidades” dicho o no en el momento adecuado, ni siquiera sentir una pérdida ajena o mirar unos billetes de tren en compañía, ni unas frases mal escritas para hacer daño.
En realidad, nadie sabe cuál es la clave para continuar, para seguir adelante, para que las cosas no duelan, para que una herida se cierre sin dejar marca, para abandonar un recuerdo bonito que ya solo es eso, un recuerdo… Cada uno lo intenta a su manera, con mayor o menor éxito.
Hay gente que se escuda en el odio, otros se agarran a la melancolía, y los hay que se encierran en una espiral de alcohol que lo borra todo por un rato.
Yo sigo buscándola, probando métodos, escuchando opiniones y llego a conclusiones tan absolutas como ésta: no hay una clave. Pero buscarla es lo que nos mantiene, de algún modo, vivos. Nos hace pensar que aún hay esperanza, que la encontraremos, y que entonces seremos felices.
Y con una ironía desbordante me doy cuenta de que la búsqueda de la felicidad es lo que nos hace felices.
Tal vez nunca descubramos la verdadera felicidad, y que simplemente cansados de buscar nos conformemos con una felicidad mediocre o mal construida, pero que nos hace felices.
Cuando esta se acabe, buscaremos otra forma, otro método de encontrar algo que realmente, es más fácil de encontrar de lo que creemos.
Para hallar un tesoro, la clave es saber buscar bien.
Quizás para esto, podamos aplicarlo también.
Sin embargo hay veces que las paredes son de hielo y no hay forma de derretirlas, y otras en las que el calor de las llamas te envuelve de un modo sofocante.
Apuestas en un juego inútil el corazón cuando sabes de antemano que está todo perdido, y cuando las posibilidades de ganar asombran hasta al menos audaz, no apuestas nada por ese estúpido “por si acaso” que ahora es tu forma de vida.
Contradicciones, fracasos, victorias, sueños y luciérnagas en medio de una noche de verano.
Siempre hay una luz que nos mantiene despiertos sabiendo que nos guiará incluso en los momentos más oscuros.
Las oigo encenderse y puedo comprender la clave para dormir esta noche. Cuando ellas se encienden, puedo oírte reír. Y duermo tranquilo.
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