Así, sin motivos, gana mi cordura, en desmesura y por las ganas de volver a sentir el oxígeno. Que hace demasiado que no sé si estoy vivo o solo camino para aparentar. Fijándome en el reflejo de un confundido espejo veo que si no hay ganas para andar, igual más vale dar rienda suelta a tus pies y sin controlarlos dejarlos volar. Hasta que ya no sienta ni las piernas, por el frío de sus dedos, de sus manos. aunque pensándolo bien, el frío también quema y hiere, Acabo con heridas hasta donde no puedo imaginar. Tan afiladas sus garras como sus dientes y empiezo a sangrar. A sangrar con herida abierta, hasta que imagino un mundo lleno de color sin sufrimiento. Pero claro, soy un ser humano e imaginar es de sabios.
Sigo paso a paso sin que nadie me pare, aunque ya las fuerzas escasean, y pienso, que si he llegado hasta aquí sin quererlo, quizás tenga algo que ver con el corazón. Tal vez sea mejor abrigarse y no hacer el tonto, que el resfriado está muy caro y no estoy por labor de caerme.
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