Valor verdadero...
Reafirmé mi postura a no estar donde no quiero estar, a no hacer lo que no quiero hacer, a creer lo que creo, a decir lo que pienso y siento como lo pienso y lo siento; a no perder mi tiempo ni en cosas ni en gente ni en emociones que no me dejan nada en el pecho –donde a veces sentimos miles de alas de mariposas- ni en la memoria. Lloré porque me di cuenta de muchas cosas que antes no veía. Del tiempo que sentí perdido y nunca lo fue, pero me hicieron creer que lo era. También del tiempo que posiblemente me quede por vivir y no quiero perder. Me di cuenta de todas las cosas que no hice por falta de dinero, de pantalones, de acompañante o de tiempo… y ahora me doy cuenta que no se necesitaba ni tanto dinero ni tantos pantalones ni acompañante ni tiempo. Sólo tomar una decisión. Seguir una corazonada. Conocerme a mí mismo. A fondo. Y dejar que las cosas fluyeran.
Antes fingía un poco -lo confieso- que nada me importaba. Ahora en realidad nada me importa. Y no lo digo porque todo para mí haya perdido su valor, sino porque ahora he encontrado su valor verdadero.
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