Solo yo

No soy lo que quise ser: nunca imaginé ser lo que ahora soy, y me hubiera gustado no ser lo que fuí. Al final de cuentas, muchas veces tampoco soy yo, y cotidianamente, mi ser habita un espacio reducido, a donde pocas personas tienen disposición y paciencia de llegar. Si alguien me hubiera dicho que sería lo que ahora soy, no lo creería, como tampoco puedo creer que fui lo que era antes. Soy inverosímil incluso para mi, y quienes me conocen, no le creerian a otros lo que pueden decir de mi, o visceversa. Y así, mi yo tiende a ser difuso, confuso y polifacético, como casi todos los seres existentes, que cohabitamos en la más grande de las malinterpretaciones, donde todos percibimos errores, equivocaciones o tergiversaciones de otros, aun cuando tuvieran la intención completa y llana de desnudarse frente al mundo. El ser se pierde en la interpretación, y ésta puede ser, muchas veces, el ser mismo, el yo plenipotenciario de la esencia humana

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