No miento. Nunca miento. Todas las historias que cuento, todas las que no soy capaz de creer, son ciertas. Me pasaron. O, en su defecto, me podrían haber pasado. O me van a pasar. ¿Cuál es la diferencia? Hay una infinita cantidad de dimensiones, multiplicándose a cada rato. Piensa en la última vez que hablamos, esa vez que te fastidió eso que dije. Podría haber dicho otra cosa, y de hecho dije otra cosa, dije una infinita cantidad de cosas, dije todas las cosas posibles en todas las maneras posibles, dije cosas en idiomas que nunca antes había hablado y que a partir de ese momento siempre había hablado, dije cosas que nunca nadie había llegado a decir y las dije por enésima vez. Te dije lo que querías escuchar, y lo escuchaste y te encantó, y también te enojó, y te reíste, y me odiaste, y te fuiste, y me volviste a llamar, y me viniste a buscar, y no me atendiste, y me olvidaste, y me recordaste, y te ofen
diste, y te equivocaste, y te diste cuenta de que tu miedo se había convertido en realidad. Todo eso pasó, todo eso podría haber pasado. Y así siempre, en cada palabra y cada acción. Todo me ha pasado, porque si no me pasó a mí le pasará a una de las versiones que son exactamente iguales a mí, que se irán repitiendo infinitamente a través del tiempo infinito, y a todas las versiones mías que son casi iguales a mí, pero que tienen apenas una diferencia (una pestaña más en uno de mis párpados, un leve aprecio por las pasas de uva), y a las versiones mías que tienen más diferencias y que terminan siendo exactamente iguales a vos.
Así que todo es cierto, siempre, para siempre, por siempre, porque existe un siempre que las hará ciertas o que ya lo hizo y que no tendría que haber olvidado. Te cuento cosas olvidadas de otras vidas, sé que creés en las vidas pasadas, y si no lo creés, quizás lo creíste en alguna de tus vidas pasadas o lo vayas a creer en alguna próxima, así que bien puedo contártelo ahora para que lo cargues en tu memoria atemporal y lo recuerdes en algún punto pasado o futuro. Soy todo lo que digo, todo lo que no digo, todo lo que querés y todo lo que no querés, siempre. Soy el que levantó la voz valientemente en esa reunión, el que dejó boquiabierto al más impune de sus terrores, el que murió en todos y cada uno de los pasos que lo depositaron acá, vivo ante vos. Enfrente tuyo, ahora mismo, en compañía de todas las personas que conocimos, completamente solo.
¿Cómo es posible desconfiar? Es la única cosa imposible en el mar infinito de las posibilidades, que no me quieras creer, que la palabra no sea la realidad, cuando es obvio que la realidad no existe, no hay más realidad que las palabras, esas palabras que rebotan en tu cabeza y te van diciendo "eso es un gato, eso es una silla, eso pasó hace mucho tiempo, eso es algo que querés que pase en algún momento, eso es rojo, eso es una palabra". Eso que te dije es exactamente lo que pasó. ¿Por qué diría otra cosa?
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