Desde luego es grato recordar los momentos en los que has sido feliz. Pero también es lindo recordar cuando sabías que no lo eras, no lo estabas siendo, y decidiste hacer algo al respecto. Esa pequeña epifanía que te sacó de todo. Amén de si resultó o no.
A veces es preciso asistir al funeral de tus expectativas a dejar una flor. Uno nunca sabe las veces en que una lágrima puede ser suficiente para hacer comenzar un jardín.