la edad

 La edad es injusta, estúpida, y olvidable. Es un estándar precario de elementos, que trata de categorizar nuestras capacidades, madurez, habilidades, experiencias, en un simple numerito que ofende, o beneficia; que vende o simplemente pasa de moda; que da y quita en simples términos.


Ésta cultura que rinde culto a la juventud, donde se va desde cuadros como la bulimia hasta la recién publicitada vigorexia, elimina por completo ser por todo lo demás, menos la edad. Somos, a pesar de la edad, a pesar de que las nalgas nos cuelguen con celulitis.

Veo, con lástima que el reloj nos rebasa a todos. Que las viejas se estresan porque los años les pasan sin tener su primer hijo, y más comúnmente, que se les pasan los días sin encontrar un cabrón lo suficientemente old-school para que se haga cargo del gasto, la leche y la luz y provea de los espermas necesarios para hacerla felizmente señora. Que los profesionistas se estresen y hasta desgreñen por un puesto u otro, y su consiguiente esquema de pago, de ser gerentes a los treinta, de ser directivos a los cuarenta, de tener una maestría aquí y una allá antes de los treinta y más. Desde niños, ser el burro que tiene trece años en sexto de primaria es motivo de burla, de pena; es el tema que evadimos comentar en el pastel de la abuelita.

Y así pasamos evadiendo, un "a tu edad yo..." , que te escupe de frente un ruco entrometido, quizá hasta nuestro propio padre. No sabes sí quiere sustentar que fue muy chingón, o solamente chingar. Y a quién le importa la edad a final de cuentas, a quien le importa hacer o no hacer a tal o cual edad. La edad no es nada. Y yo, justamente acepto dignamente, que a mi edad, a mi edad... no he hecho nada. Y que precisamente para no entrar al juego de cualquier canoso mentiroso, tampoco me interesa hacer lo que a su edad estén haciendo otros: manteniendo sus trabajos de yuppies, estudiando sus maestrías sobrevaloradas, comprando hipotecas impagables, casándose con mujeres hiper-urgidas y queriendo huir del reloj hundiéndose en el juego de la edad, y de la pena.

A la verga.

Yo no tengo edad.



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