Si es que llegas a leer esto, yo ya me habré marchado para siempre de tu vida. Cuando liberes un último suspiro al terminar de leer esta carta, seguramente andaré embriagándome con mi dolor y contándole mis penas a algún paciente tabernero, y de la nada, me haré compañero de penas de algún otro “beodo corazón roto”, le haré preguntas sin respuesta sobre el amor y llegaremos a la típica e infundada conclusión de que todas son iguales.
Hoy me pregunto, ¿por qué al experimentar el amor se debe de experimentar el dolor? También me pregunto ¿por qué Dios nos ofrece cosas de las cuales no podemos disponer, que solo podemos observar celosamente desde lejos y aceptar tristemente que no nos pertenecen? y lo que más me pregunto es ¿por qué enviarme un ángel a darme alas de amor para después cortarlas dulcemente y reducir el dolor de mi caída?
¿Qué tuve de malo? ¿No soy lo suficientemente atractivo? ¿No soy lo suficientemente cariñoso? ¿No soy lo suficientemente hombre para hacerte feliz? ¿O soy tan consciente e inconscientemente estúpido como para no darme cuenta de que lo que tú buscabas en mí era...
Te prometí felicidad inmensa y una vida carente de sufrimiento; prometí cuidarte ante cualquier adversidad y que nunca habría de pasarte nada porque yo estaría a tu lado para defenderte; prometí abrazarte a cada momento, hacerte reír cuando estabas triste y luego besarte mientras reías; prometí velarte en tus sueños y embriagarme al contemplar tu belleza junto a la noche; prometí hechizarme día a día con tu mirada y perderme apasionadamente en tu cuerpo; prometí rendirme a tus caricias y llorar sobre pecho; prometí que nunca ibas a envejecer, pues tu alma siempre sería hermosa y joven para mí; prometí amarte eternamente como a nada ni a nadie en el mundo…
¿Por qué jugaste conmigo de esa manera? !Dios! ¿Cómo es que un ser tan hermoso puede causar tanto dolor? ¿Por qué no puede ser de otra manera?
Pero ya basta de mis patéticas autocompasiones. Yo nunca fui nada para ti más que un simple entretenimiento. ¡Bah! Que otro te consuele. Yo desgasté mi alma tratando de hacerte feliz y no supiste valorarlo. Mi olvidado orgullo es ahora quien me levanta como un fiel amigo.
Yo ya me marcho. Te quedas con mis canciones, con mis poesías y con mi dignidad. Mi rencor se muere en esta carta y me llevo mi dolor como presente. Me voy con la mirada al horizonte, forzando mi indolencia, y con mis ojos húmedos perdidos hacia la nada, evado las indiscretas miradas de la humillación.
Adiós… Ya será en otra vida. Que Dios te guarde a cada momento, y que el hombre más afortunado tenga la dicha de hacerte feliz. ¡Venga tabernero! Sírvame otra copa; que el amargo sabor del wisky anestesie mi dolor y le de leve consuelo a mi soledad. Un te amo se pierde en el viento al no encontrar su destino. La vida sigue aunque el motivo de vivir se muere.
Hasta siempre en mi corazón, hasta nunca en mi vida…
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