Me despierto tras haber soñado contigo toda la noche, se despertó el deseo carnal que viene, se va, se queda y a veces se esconde. Mi corazón empieza a palpitar, cuando comienza mi mente a imaginar aquella situación, tú y yo a solas en una habitación, ni tuya ni mía, sino de los dos, mis besos van bajando, se encuentran con tu vientre, me consume el delirio, voy sintiendo cada vez más el delicioso sabor de tu piel, tu sabor de mujer, me quedo mirando tus ojos, que me miran con ternura, mis labios ahora recorren tus piernas, hasta sumergirse en un mar de dulzura, sientes mucho calor, yo también, das un suspiro tan intenso, que se convierte en gemido, del más lindo placer, y con eso puedo sentir en mis labios, la más pura miel de tu ser, entregando nuestras almas a su amor, me abres tu corazón, y yo el mío, adentrándome en lo más tierno y profundo de tu interior. Mis brazos te envuelven, mis manos acarician tu espalda, tus piernas me envuelven, tus manos acarician mi cara, entonces, con tu voz tan tierna y como si fueras una niña pequeña, con sus dudas me dices que me amas, me quedo contigo besándote, acariciándote y amándote, hasta que la noche acaba, hasta que la eternidad termina, hasta que se muera mi alma.
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