Hoy, a mis 35, amaneció como me gusta: nublado. La gente y la ciudad siguen siendo las mismas y no espero que cambien; simplemente porque hoy amaneció nublado. Porque las nubes son como un telón gris que cae y esconde todo lo malo. Un telón que se despejará por la tarde esperando que el escenario quede limpio e iluminado.
Si me baso en la expectativa promedio de vida de las personas, hoy llego a la mitad de la mía. No es que me esté sugestionando ni nada por el estilo, simplemente así es. Dependerá de mí y mis circunstancias vivir más o vivir menos. También dependerá de mí sentir que estoy vivo; depende de mí la intensidad que le aplique a los días por venir, viva más o viva menos que el promedio de la gente.
Llegué aquí, a mis 35, con la rapidez que un mago aparece una paloma; por lo que estoy consciente que en lo que la desaparece, estaré en la otra mitad. Es un instante. Un parpadeo. Un balonazo en la cara. Casi 13 mil días que se sienten como 13 segundos.
No es nada nuevo lo que les estoy diciendo. Se la pasan repitiéndonos lo mismo desde que nacemos: que si la vida es corta, que si hay que vivirla como si fuera el último día, que si hay que ser feliz, que si esto, que si lo otro. Nos lo dicen tanto que ni siquiera lo razonamos, que ni siquiera lo sentimos. Nos lo dicen tanto que nomás repetimos lo mismo, como cotorros, sin estar conscientes de la tragedia tan chingona que es vivir. Si en realidad viviéramos los días como si fueran los últimos, el mundo sería otro. Nuestro mundo interior sería otro. Yo aprendí eso en esta ciudad. Quizá sea lo único que voy a agradecerle: el haberme hecho consciente de que cualquier día te pueden matar nada más porque sí. Y ahí es cuando te sientes valioso. Ahí es cuando te pesa saber lo que perderá el mundo si tú faltas. Ahí es cuando sientes rabia de que mueran los chingones y sigan vivos los inútiles. Y la rabia es buena, porque te desapendeja y te lleva a la acción.
A mis 35, te lo digo: debes estar bien consciente que como llegues aquí, posiblemente así será el resto de lo que te queda de vida. Si eres celoso, serás más celoso y enfermarás de celos; si eres intolerante, lo serás más con los años y te volverás odioso e ignorante; si eres un pendejo, morirás siendo un pendejo. Busca tu libertad, tu luz, tu paz, tu felicidad, tu como-quieras-llamarlo, pero búscalo –o búscate- y no te permitas ser el mismo que llevas siendo toda la vida ni permitas que toda tu vida sea la misma que es o lo que dicen los demás que debe de ser. Si no estás conforme, búscalo. Hazte un favor y conócete y sé tú y no seas el que aparentas ser para mantener una felicidad ajena o un estatus quo comodino y frívolo.
También espero que cuando llegues a este punto en el que me encuentro –o si ya lo pasaste-, hayas aprendido a tomar las decisiones correctas. Ésas siempre sabemos cuáles son. ¿Sabes cuáles? Las más difíciles. Las que más te dolerán. Ésas son. Espero que si tomaste las decisiones incorrectas, o si alguien o algo las tomó por ti, haya vuelta atrás. Espero que no te arrepientas de nada de lo que hayas hecho, siempre y cuando lo hayas hecho acorde a tu esencia, congruente con tu pensar y haya sido una acción honrosa de tus sentimientos más profundos.
Recuerda no privarte de emociones, sobre todo de las que brotan espontáneamente; pero tampoco prives a los demás de ellas ni las confundas con lo visceral. No le digas no a nuevas oportunidades, pero tampoco le digas que sí a todas -aprende a elegir- y respeta a quienes no quieren tomarlas. Allá ellos. No tengas miedo y, cuando lo tengas, que sea sólo para asegurar tu supervivencia. El miedo a veces es bueno. Es convenenciero. No te andes con mamadas, no le pegues al valiente ni seas un déspota. Aprende a leer a la gente con sólo mirarla a los ojos o escucharla hablar. No pierdas el tiempo con pendejos. Busca a quienes te dejarán algo de provecho, aunque sea una anécdota divertida. Aléjate de quienes nada más hablan del trabajo y de la inseguridad y de cómo hacer más dinero y de que "no hay de otra más que seguirle chingando". No es que me haya costado 35 años comprender esto, lo que pasa es que posiblemente me queden sólo 35 más y no quiero ser otra persona que no sea yo ni quiero que otros vivan o dirijan mi vida.
Debes de nacer viejo, pensar como viejo, sentirte viejo, actuar como viejo, para así poderle encontrar el poco sentido que tiene la vida. Sólo siendo un viejo podrás volver a ser joven y mantenerte joven.
Y no, ni te estoy aconsejando ni te estoy motivando ni nada. Nomás te digo lo que a mí me ha funcionado para “abrir los ojos”. Cuando “abras los ojos”, cuando te sientas pleno por dentro por méritos propios, tanto mentales, materiales y espirituales; cuando encuentres ese equilibrio que descifre el manual de cómo vivir de acuerdo a ti para así poder vivir rodeado de los demás, entonces será el primer día de tu vida.
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