Si me tiraba al vacío sentía menos miedo que cuando estaba contigo.Eramos polos iguales pero que nos atraíamos. Eramos la diferencia más parecida. Eramos todo y en un segundo nos convertíamos en nada. Solo necesitábamos un punto de apoyo para mover el mundo; y lo éramos el uno del otro. No teníamos límites. Ni desgana. No había miedos. Ni daño.....¿ o sí? Recuerdo las miles de peleas reconciliadas en el banco de siempre, o de miradas cómplices en la mesa de tu cocina. Las veces que he cruzado la puerta jurando no volver nunca más. Y la de veces que he deseado cruzarla solo para encontrarte de nuevo. Ser intrusos en verano, ser uno solo en invierno. No hay límites. Yo ya me he perdido y te he perdido...¿ se puede tener miedo de perder algo que ya has perdido?
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