Siempre he tenido este lugar,
mi blog De todo como en Botica, como un sitio para compartir con los demás,
para expresar y transmitir todo aquello que, según los diferentes momentos que
atraviese, considerase los más oportunos para reflexionar ─la mayor parte de
las veces sobre puntos y aspectos importantes de la vida─.
Y si bien es
cierto que esto de compartir es muy loable y le hace muy bien, esporádicamente
quizás, a quienes reciben lo compartido, también es muy cierto que quienes
comparten se llevan una porción muy grande de ese gozo “de compartir
algo"; y en mi caso particular es esta razón de compartir por la que
desemboco cada tanto aquí, ya que me hace bien volcar lo que pasa en mi
interior, desarrollando y expulsando, en cierta forma también, de mí todo eso
que seguramente necesito expresar, sí, pero que es más seguro que necesito
sacar fuera de mi mente y de mi alma.
«Andan por las calles lo
poetas» dice en una oración de
uno de los versos de la canción “Biromes y Servilletas”, del uruguayo Leo Maslíah,
y si bien todos somos un poco poetas por un lado, aunque yo no me considere
apto para aplicar ese sustantivo a mi persona, por una cuestión meramente de
humildad, respeto a lo que dicho término encierra y realidad por el otro,
reconozco que también yo, muchas veces, suelo ir por la calle, y lo que es más
pertinente aún, escribiendo este tipo de entradas para mi blog, por ejemplo.
¿Que por qué voy escribiendo
por la calle? ¿Y que cómo lo hago? Muy simple, mientras camino con mi perro
─Chocoo, mi hermoso cocker de 15 años, que además de ser mi hijo del corazón es
mi bálsamo de serenidad y amor─ y con mi smartphone. Esto ocurre generalmente
por las noches, en esos momentos del día cuando sin ningún tipo de
premeditación surge de mi ser eso que yo llamaría la limpieza o purga interior
que me permite, en un desahogo inconsciente, desprenderme de algún bagaje
oscuro que ha logrado tocarme y acoplarse sobre mis hombros por diferentes
motivos e interacciones que tuvieron lugar durante el día, siendo sin lugar a dudas
éste el mejor momento por ser un tiempo de tranquilidad y de sosiego que
transcurro diariamente con una postura absolutamente despojada ante
todo ─y desprotegida─, muy vulnerable quizás, por estar con el ser que más
amo en este Universo y haciendo lo que mejor me sienta ─hablando, claramente,
de esa caminata, antes de irnos a dormir, como un ritual recurrente para cerrar
el día─. Por eso escribo.
Tal es así que es muy
importante entonces para mí tanto el hecho de compartir temas que puedan ayudar
─a reflexionar al menos─ a quienes me lean, como hacer catarsis yo y
"dejarme liviano" cuando las tormentas de la vida han asolado mis
tierras (personales) no dejándome otra opción que la de vivirlas,
hacerles frente mientras durasen y finalmente reponerme de los efectos que han
tenido sobre mí, muchas veces devastadores, para luego seguir adelante y con
suerte, es decir con inspiración genuina y valedera ─esa que aflora del centro
de mi ser─, poder intentar quitar toda esa "suciedad" de mí plasmando
todo aquello que me vino de repente como escape ante algunos dolores propios.
No más rollo por ahora. Basta
de tan intenso proemio, que para seguir adelante por el día de hoy, con esto,
ya ha sido suficiente; teniendo en cuenta que éste bastará para que si alguien
siente algo parecido a lo que yo intento explicar, como fundamento principal de
todo este trabajo mío aquí, o se expresa también de una forma similar a la
expuesta por mí, pueda saber que siempre hay una salida, aunque pequeña e
insignificante quizás, que ayude a comenzar a edificar desde nuestro interior
esas paredes que nos derriba alguna tormenta o algún contundente Onvi (objeto
no volador identificado).
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