(Soneto dodecasílabo)

 Buscaré, muy lejos, mi felicidad

cortando de un tajo este sufrimiento.
Se acabó el vivir con esta ansiedad
que me hunde en el pozo del abatimiento.

No seré la esclava de su voluntad
ni arrastraré más la cruz del tormento…
Abriendo las alas, a la libertad,
volaré, deprisa, en pos de otro viento.

Un viento que traiga amor sin cadenas,
y sepa arroparme cuando tenga frío,
que encienda la sangre, que se heló en mis venas,

y pueble de luz mi pecho sombrío…
Y así liberado, de las negras penas,
latirá de nuevo el corazón mío.





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