Y volverá a ti en las noches más tenues, y sentirás que un pequeño error nunca es razón suficiente para decir adiós a la luz, pero ahora es tarde. Ni las lágrimas podrán borrar los besos que acabaron marchitándose, el sol que terminó apagándose ni el amor que al final se extinguió para siempre.
Cuando "nosotros" ya no era, dando paso a un "tú y yo" separado y roto que desembocaba en un "yo" a la deriva. Y el mundo se perdía y se precipitaba en un torrente de emociones, que heridas querían desembocar en algo que no fuera perder la partida. Pero no podían, y la tormenta nunca acababa, fuera el sol brillaba y nadie entendía nada..
Hoy quiero hablar de ella. A la que todos habrán conocido en mayor o menor medida, a la que todos habrán deseado, amado y odiado cuando faltaba. Nunca sabes a ciencia cierta cuándo se irá, cuándo estará, si se quedará para siempre o sólo será un efímero momento. Si corres tras ella, parece que se esconde, si dejas de buscarla, parece que aparece. Caprichosa, hermosa, luminosa, la razón por la que todos vivimos. Todos la queremos para nosotros, sujetarla fuerte y que no se vaya. Sí, ella es la felicidad. La que te invade a veces simplemente al ver una puesta de sol, al verle llegar o al escuchar tu canción preferida. La que desearías que se quedará para siempre. La que te hace sonreír. Y vivir.
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