El tiempo nubló mis recuerdos y destiñó tus dorados cabellos.
Primero, fue el pasar de los años, que discretamente se robó mis sueños.
Luego, el pasar de los meses se transformó en una infinita pendiente al vacío. Creo que era lógico, después de todo, un mes es relativamente menos tiempo cuando quedan muchos años por delante, pero se convierte en un período enorme de tiempo si los años que quedan son pocos.
Y si bien esas risueñas tardes de abril se fueron desvaneciendo de mi mente, al igual que la tinta se fue desvaneciendo de mi arrugada y marchita piel, hoy volvió todo a mí, tan claro y cristalino, tan sobrio y racional que sería imposible no verlo.
Sí, hoy te recuerdo. Y te llamo con la mente, te grito con el alma. Te pido me devuelvas esos mágicos momentos. Te exijo que me regreses la juventud que me abrazaba. Te demando toda la ternura y la pasión de esos labios tan exquisitos.
Hoy, otro día de abril en el calendario, muchos años en el futuro, muchos años en el pasado; el tiempo se desdibuja cuando se lo contrasta con el recuerdo, y parece mezclarse tan cautelosamente con las memorias, hasta que uno no reconoce si todo está pasando, ya pasó, es una expresión de deseo o solo fue un sueño.
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