Quiero ganarme la vida trabajando
la belleza y el asombro en el modesto,
pero inagotable taller de las palabras
Quiero llenarme los ojos
de luz, de mar y de lecturas, y los días
de pájaros, de música y de amigos
Quiero recorrer las librerías
(esos anticipos del Cielo)
con la voracidad que solo he visto
en el demonio de Tasmania y en algunas
mamás ante las súper rebajas de temporada
Quiero escribir un puñado de versos excelentes
o al menos uno que me rescate del olvido:
aquel que leerá ese joven soñador y tartamudo
a su novia, una tarde lluviosa de febrero
Ahora mismo los veo temblando bajo el cerezo
ella le dirá que tiene frío, él la rodeará
torpemente con su brazo
y se irán dejando mis palabras
a merced de las flores y el aguacero
Si no consigo nada de lo anterior
quiero que me recuerden alegre y valiente
Y que graben en mi epitafio con verdad:
"murió enamorado y cantando hasta el final".
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