Otro día en el mundo

La calle estaba llena de corazones asfixiados.
Iban andando con cara de póquer, y pupilas dilatadas. El cielo era gris, ellos andaban deprisa, sin mirarse a los ojos. Se chocaban unos con otros y a ninguno parecía importarle la presencia de los demás. Era una escena tan fría que daban ganas de vomitar.
Sobretodo cuando se dio cuenta de que era uno de ellos.

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