Prefiero sumergirme en desiertos de silencios,
dunas de dudas,
sin ayuda.
Prefiero tragar y después escupir,
volver a tragar,
y luego escupir.
Prefiero gritar en habitaciones sordas,
ahogarme en mares sin faros a la vista,
y salir a flote con mi propio salvavidas.
Prefiero mentir,
prefiero inventar.
Prefiero kilos de maquillaje,
caretas sin ser carnaval,
gafas de sol en días nublados:
prefiero ocultar, tapar, (di)simular.
Prefiero jugar al escondite con tus ojos,
cuando los míos empiecen a nublarse.
Las mareas las prefiero en la intimidad,
una cena privada aliñada de soledad.
Prefiero fingir,
prefiero actuar,
prefiero forzar,
prefiero empujar a las carcajadas
cuando se encuentren arrinconadas
y no sepan cómo echar a volar.
Prefiero escuchar antes que hablar.
Prefiero reírme de mis quejas,
repetirme una y mil veces,
que esto también pasará.
Prefiero despegar lejos del suelo,
antes de que me veas hundirme en el cieno.
Prefiero evadir y escapar,
escribir y despotricar,
prefiero enterrar.
Incluso prefiero callar.
Cualquier cosa.
Cualquier cosa antes que dar pena.
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