Se sigue preguntando Sabina “Quién me ha robado el mes de abril”.
A mí que no me lo robe nada ni nadie, que en abril me cito con la fe aunque no tenga certeza de aquello en lo que creo ni pueda explicar que es lo que me mueve a postrarme ante altares. Dejadme que consuma los treinta días como el fuego desgasta los cirios; permitidme que me deje llevar como los volantes cuando escuchan flamenco.
Que no me roben abril que renazco cada año con él, que cumplo vivencias y sumo deseos cuando mi aliento apaga las velas, que cuento arrugas y remiendo heridas. Que no me roben abril que este mes me trae la vida, la misma vida que quiso traerme en abril.
Que este abril no me lo roben que ahora es el momento de soñar con auroras, de imaginar tardes tan interminables como inspiradoras, de pensar que cuando llegue la noche nosotros nos vamos a dedicar a hacer la primavera más primavera.
Que no me roben abril.
Y tú, ni te esfuerces en intentar desgastar este mes, que como dice Andrés Suárez: no me queda un abril para ti.
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