Una taza de café y la noche...
Extraño tus palabras simples,
tu sinceridad, tu transparencia,
tu forma de sonreír y de mirar,
de hacerme sentir algo más que algo,
y de irradiar vida
con un aura de fingida inocencia.
Algo de buena música en la tele
y afuera la lluvia y el frío...
Te miro a través de los límpidos
y helados cristales del Tiempo,
como si el mundo se hubiese detenido
tornándose historia de sí mismo.
Siento que ya no siento mis latidos
y que al ver lo que tu contorno encierra
soy víctima de un eclipse en mi alma,
que al comprender tu ilusión
quisiera ser yo quien descubra esa calma
de la cual sólo eres una imagen en la Tierra.
Te sigo viendo, embriagado por no sé qué hechizo,
a través de las cenizas inermes de algún tiempo
que no es Tiempo, ni es Dónde ni es Quién,
pero igual te miro una y otra vez...
Quizás, a pesar de ésta noche y éste café,
y de la música que tortura mi mente,
consiga tener el valor de decirte las dos palabras
que no escribí aquí, ni te susurré a ti ni a nadie,
ni antes del Tiempo, ni en Él, ni después...
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