Cómo se cura un corazón roto...

“¿Cómo se cura un corazón roto?” Me preguntaron ayer


“Los corazones no se rompen” Contesté “Aprenden y olvidan. Eso es lo único que saben hacer. Son pequeños vasitos que llenas muy poco a poco con cada uno de tus anhelos, de tus esperanzas, de tus sonrisas… hasta que llegan las lágrimas y desbordan el vaso derramando todo aquello que habías metido con tanto cuidado y paciencia”

“Yo siento que se me ha roto, que no puedo seguir adelante, que mi mundo se ha perdido” Continuó entre sollozos…

“Si así es como te sientes, hagamos algo con ello. Le pondremos un nombre a cada uno de los pedazos” dije yo “El más grande de todos se llamará Esperanza”

“Ni siquiera tengo Esperanza Angel, no tengo nada”

“Ahora si, ¿No lo ves?, Esperanza es tu pedazo más grande y ya nunca podrás decir que no tienes. toma uno pequeño, diminuto... llamémosle rabia. Porque la necesitamos, pero no puede desbordar nuestro vaso, solo enseñarnos aquello que hemos aprendido”

“¿Y qué hemos aprendido?, ¿Qué se aprende de todo esto?, ¿A no volver a confiar?, ¿A no volver a querer?” Dijo ella gritando.

Le puse mi mejor sonrisa, una de esas que dicen: Da igual que grites, aquí estoy y no me rindo. “Hemos aprendido a llorar. Hemos aprendido a confiar mejor, a seguir nuestro instinto. Hemos aprendido a vivir”. La abracé y la susurré al oído “toma otro pedacito, el segundo más grande, y llámalo Amor. ¿Ves?. Ahora también tienes de eso. Y te acompañará siempre”

“¿Y dónde está la sabiduría?” Contestó también en un susurro.

“Esa no puede guardarse cerca de la Esperanza, mi princesa, la sabiduría está en tu cabecita, esa a la que ignoras cuando tus pedacitos de corazón se unen… y laten”

“Angel, dime, ¿cómo consigues levantarte?”


“La rabia no me deja caer, la Esperanza me vuelve a poner en pie y la sabiduría me dice: Vuelve a hacer caso al Amor”


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