Echo de menos tu sabor intenso a sal y sudor.
Tus besos siempre desgarradores, como si todos ellos fueran uno solo, el último que te quedara.
Tus manos, que me hacían sentir, vibrar, volar como si nada existiera.
Echo de menos tu deseo, tus ansias, tu carisma.
Verte recorrer mi cuerpo como si no hubiera límites, ni obstáculos, y conocieras cada rincón, cada vértebra, cada músculo y todos ellos, sin más, fueran tuyos.
Tu deseo infinito, tus ojos mirando los míos, tus palabras.
Tu imaginación y la mía, juntas, más allá de los sueños vulgares y vanales de las hormigas.
Echo de menos ser una persona y tenerte a mi lado, sabiendo que tú también lo eres y que contigo, lo tengo todo.
Lo intento, sonrío y me conformo con lo que elegí, pero no puedo.
No se tener menos que a ti. Las hormigas no consuelan, todo lo hacen a medias.
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