La puerta de la ducha es transparente y sé que me mira de reojo desde el lavabo mientras se desmaquilla. Me gustan las manchas de rímel diluido con crema que se forman bajo sus ojos. Su rostro es hermoso, como el de un oso panda. Tallo mi cara con jabón y siento su presencia que se aproxima y se refleja en cada una de las gotas de agua que perlan el cancel. Recorre la mampara, abro los ojos y me mira sonriendo, para después cambiar su expresión a la de susto. -¡Ay! ¿A poco puedes abrir los ojos con la cara enjabonada? -dice sorprendida. -Jajajaja, ches comentarios los tuyos.¿Qué tiene de difícil abrir los ojos con la cara enjabonada? -pregunto. -Yo no puedo: Me pica -su comentario me llena de ternura, pero río. -Jajaja, pues qué mariconcilla -digo, mientras le doy la espalda y sumerjo mi rostro espumoso en el chorro de agua tibia. Es ahí cuando aprovecha para darme una fuerte nalgada. Grito un "¡Aaaayjadelachingada!" que me hace tragar agua. -¡Ándele, cabrón! -me dice. Me sobo la nalga. Me arde. -Aaaay, cabrona, sí me dolióooo... -Me gusta que me digas "hija de la chingada" y "cabrona"... lo dices no sé cómo... como que bien bonito... Cierra el cancel cristalino de la ducha y se retira riendo porque me sigo sobando la pompa. No deja de mirarme ni de sonreír. Me guiña un ojo y tira un beso al aire antes de salir del cuarto de baño para esperarme en la cama. Atrapo el beso y me lo pego en la nalga colorada que ya no me arde tanto
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