Discretamente, tire un "blof": "No tengo nada", di a entender con mi expresión corporal.
Me miro. Me midio. Y aun así, no tenía juego como para intentar siquiera ver que cargaba yo. Se retiro.
No me quedo de otra mas que bajar mis cartas y frustrado, llevarme lo poco que había sobre la mesa.
Y así es siempre: cuando uno tiene todo para tirarse de cabeza, nadie esta al nivel, nadie parece querer apostar lo suyo contra lo nuestro. Ni siquiera cuando bajamos el perfil funciona; a la otra parte no le interesa destrozarse en un tu por tu. Ya nadie quiere apostar su resto, todo lo que tiene.
Lo irónico es que también hay ocasiones en que tenemos una mano así. Y nos confiamos. Y blofeamos. Y nos tiramos. Y nos hacen pedazos.
Y también las hay que no tenemos nada. Y aun así nos lanzamos. Y nos responden. Y subimos la apuesta. Y al final, después de hacernos mierda los nervios, resulta que ninguno de los dos tenia juego, nadie tenia nada, era solo una falsa sensación de igualdad, que al final se descubre en un anticlímax penoso.
Repito, yo ya no estoy para esos juegos.
Solo quiero jugar póquer.