En lo que a mi respecta, la gente que me rodea esta parada sobre hielo delgado.
Hay días en que en que la capa resiste increíblemente, y otros en que es tan delgada que un solo paso la resquebraja. Las personas ni siquiera se dan cuenta de ello, supongo que debería colgarme un letrero del cuello advirtiendo sobre ello, pero no me interesa, no me importa.
Hace muchos años conocí el amor, el verdadero amor, lo viví plenamente. Y en el transcurso, deje de hacer y cambie muchas cosas de mí. O mas bien oculte, forcé y restringí aspectos de mi carácter y forma de ser que de una forma u otra se perdieron o cambiaron en el inter.
También conocí la amistad, la amistad sincera y desinteresada, muchas veces me quite la camisa por mi amigo y otras tantas, de igual manera, hice cosas o adopte actitudes que no formaban parte de mi naturaleza por diversas razones y fines.
Al final, me quede con las manos vacías.
Es por eso que ahora, después de años de limitarme para obtener resultados nulos, me he negado rotundamente a volver a dejar de hacer, decir o provocar algo que desee. No importa si al hacerlo pierdo de nuevo, eso es inevitable.
Si de todas maneras voy a caer, será con una sonrisa malsana en la boca y la tranquilidad de haberlo hecho según mis términos y condiciones. No caeré de nuevo arrepintiéndome por lo que deje de hacer.
Yo no exijo, solo pido. No obligo, me limito a sugerir. Incluso, haciendo honor a mi apreciadísimo cinismo, suelo decir: "Es opcional". Y así es, dejo que las personas decidan, escojan; están en su derecho. De igual manera, yo estoy en mi derecho de no mover un dedo para ayudarlas cuando el hielo bajo sus pies ceda.
Jamás volveré a pedir disculpas por ser lo que soy; si esto significa que seguiré atascado en la espiral descendente cuyo único fin posible es obvio, adelante, el precio lo vale. El salvaje y destructivo placer que siento al cortar la cuerda de seguridad es todo lo que necesito.
Una persona puede sobrevivir cuatro minutos en agua helada. Si no sale de ahí antes de ese tiempo, no saldrá jamás.
He visto demasiada gente romper esa pequeña capa de hielo.