Incómodas salas de espera aguardan a los viajeros en tránsito de los aeropuertos. Aunque los lugares Gold-Elite-VIP-Premiere intentan convencer a sus “afortunados” miembros a base de tequila y banda ancha que la espera es soportable, yo sostengo que esto es imposible. La realidad es que el sillón más acolchado se vuelve una pinche silla de plástico que te tatúa el culo cuando de esperar se trata.
Ese estado de prórroga es enfadoso, como un mocoso chillón que te arruina la comida en tu restaurante favorito. Es vivir en un gerundio sin huevos, en el que el presente no existe, el pasado te acosa y el futuro no llega. Es un deseo asexual en la que los minuteros de los relojes que cuelgan en la sala te dicen cuánto tiempo más tienes que seguir chingándote. Es estar en el negado limbo, con el cielo o el infierno (tal vez lo sabes, tal vez no) aguardándote al final.
Yo prefiero sufrir esta espera en solitario. No necesito a madres, amantes o amigos jodiendo con preguntas necias o juramentos que no son válidos en otro uso horario (es la ley). Ese afán de despedir a los que salen de vacaciones a Europa o de luna de miel cómo quien deja un hogar para siempre, magulla a un más mi gen sensible.
No necesito hablar, necesito que pase el tiempo.
Un libro o música son acompañantes más dignos, sin embargo, los pensamientos que derivan la lectura o escucha me han jugado mal. Sólo necesito de una palabra incorrecta para que un tsunami de recuerdos y emociones se apoderen de mi débil persona y comience a llorar.
Y es que la espera me hace sentir débil, me derrota no saber llevarla bien y la impaciencia me come. Mis nalgas no son lo suficiente grandes para aguantar mi humanidad, me da frío y algo parecido al hambre, pero me da asco tragar. Y muy seguramente estoy desvelado / sucio / puteado, por lo que mi aspecto físico está a poco de ser el de un indigente.
Después de pasar el fin de semana en cuernavaca, hoy estoy en casa. Reí, tragué, conocí, bebí, caminé… pero aún siento esta silla ejecutiva alisándome las pompas.
Hay salas de espera en cualquier lugar. ¿Ya que el tiempo pase, no?
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