Volví a creer tus mentiras. Y va otra vez...Mi día a día se ha convertido nuevamente en la lucha por salir de este hoyo grande; cada mañana la batalla consiste en poder detener el hilo de mis pensamientos que te incluyen.
Cada mañana despierto con tu recuerdo acostado en mi almohada y entonces la abrazo porque a veces levantarme requiere de una fuerza que me falta. Es muy injusto haberme dado por completo.
Te has burlado de mi lucha por ti. ¿Qué hago yo con todo este amor que no encontró un terreno donde crecer?
Girar alrededor tuyo como si fueras mi Sol terminó cegándome, quemándome incluso en los espacios más intocables, los que no conocía, aquellos que no pensé que existieran y que a veces me matan de sensibilidad.
Se me ha perdido la aguja de mi brújula porque apuntaba hacia ti y ese destino ha colapsado, explotado, se ha desvanecido.
Tú ya no eres destino.
De un jueves a viernes ningún boleto de avión me llevaría contigo. Es terriblemente doloroso pensarte sabiendo que tú has pasado la página como si nada y envidio esa capacidad tuya de forjarte impenetrable en el corazón y la intensidad de tu levedad.
Ya no siento que me piensas. Unos meses atrás me decías que yo era perfecto, que volqué tu vida como un tsunami, que estabas loca por mí.
Con qué facilidad esas palabras están vacías, en qué momento siento en su lugar tu indiferencia, dolorosa, que hasta ahora no me asfixia porque sé que dejar de invertirme aquí es lo mejor que pude haber hecho por mí...porque mi intuición está tranquila con la valentía que requirió renunciar a ti, renunciar a mi lucha diaria de ser tu todo, renunciar a la miseria de tu corazón que me mantenía amarrado a ti como un perro bajo la intemperie, como una muñeca pateada, un acompañante cibernética que dejaba de ser real en tu tierra y confort y que para entonces me tocaba silencio y ausencia de emociones, de sentimientos, me tocaba caminar como pudiera, inventar de todo, mover, reordenar, renunciar, ser despojado de toda atención, palabra de afecto y de todo tiempo.
Ya fue demasiado dolor girar alrededor tuyo y olvidarme de mirar hacia adentro de mí; mi intuición no me aniquila porque ella ha intentado salvarme de ti desde la primera oportunidad y no supe escucharla, la callé, la sepulté donde pude aunque la sintiera sangrándome los intestinos, pensando que era temporal tu forma de vivir, pretendiendo no ver ni sentir tu manipulación, tus condicionamientos, tu chantaje, tu control, tus celos, tu violencia disfrazada de silencios intencionales, de vacíos sin caricias, de espacios sin abrazos ni palabras de consuelo, del regocijo tuyo convenciéndome mil veces que el que estaba loco era yo; porque no sé qué parte de ti te quiso salvar de mí y porque también quiero entender y sanar la parte de mí que fue injusta contigo.
A veces me siento patético intentando ser empático porque busco cien mil maneras de poder justificarte.
Aún me cuesta aceptar que seas tóxica y yo codependiente.
Porque me siento atrapado entre la debilidad de expresar mi dolor con el miedo de sonar como víctima y la fortaleza que pudiera ser sólo una máscara que uso para no ser vulnerable.
Ya no confío en nadie y me revienta extrañarte.
Ojalá pueda curarme de ti.
Ojalá sepa enamorarme de nuevo, ojalá pueda amar igual de bonito y que exista alguien que se invierta a mi par, ojalá que se muera la esperanza que me queda de que vuelvas, ojalá sepa estar triste sin sufrir.
Le pido a Dios firmeza para nunca volverte a buscar y que nunca me encuentres de nuevo.
Ojalá pueda recordarte con puro amor y agradecimiento por toda la parte extraordinaria y buena que tuvimos.
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