quizá...

Lo comprendí después de tanto tiempo, después de poner excusas, de dar justificaciones ridículas, de intentar explicar de una bonita manera lo que sólo tiene una explicación (cruda y verdadera).

Es nuestra la culpa de no poder enamorar a alguien, sin importar los pretextos, las distancias, el tiempo, terceras personas, y cuartas, y quintas. Pocas cosas pueden justificar el hecho de que alguien no esté contigo más allá de que no te quiere, de que hicieras lo que hicieras, no le has enamorado.

Quizá la culpa de no enamorarme haya sido de la otra persona, quizá no deba preocuparme de, hasta el momento, no haber querido lo suficiente a alguien como para que, al fin y al cabo, olvidase las distancias, los errores, los rencores, los miedos, las indecisiones, las prisas, las inseguridades y simplemente le amase.

Quizá sí ha sido mi culpa enamorar a otra persona, quizá me esté enamorando o quizá nunca me enamore.
Quizá el amor sea sólo una quimera a la que escribo continuamente, intentando encontrar algo dentro de mí que me lleve a saber si amo, si puedo amar, si he sido amado o si lo seré.
Quizá dedico mucho tiempo a pensar sobre algo que no sé si verdaderamente existe. 

Quizá sólo deba saber que alguien se ha enamorado de mí para dejar mis estúpidos miedos a un lado y poder comenzar a enamorarme de ella. 

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