Posiblemente ésta sea la decisión más difícil que he tomado en mi vida, y espero no tener que tomar decisiones así el resto de ella. No soy del tipo de personas "aventadas", de ésas a las que les gusta tomar riesgos. Cuando tomo riesgos me siento como el policía de las películas que no sabe qué cable cortar para que la bomba no explote: el cable azul o el cable rojo. Pero después de algunos meses –o quizás años- de darle muchas vueltas en mi cabeza a una misma idea, me doy cuenta que simplemente no estoy siendo coherente conmigo mismo, y parte de esa deshonestidad me tiene frustrado, amargado e infeliz –podrán notarlo en la mayoría de mis escritos, jejeje-, a pesar de tener cosas tan buenas y gente tan valiosa a mi alrededor.
Tomé la decisión de irme a vivir fuera de Querétaro y tal vez de México.
Ya no puedo seguir viviendo aquí. Si me quedo, sentiré a diario esa incongruencia con mi filosofía de vida, con mi visión del mundo, con la ciudad en la que me gustaría vivir y la gente de la que me gustaría estar rodeado.
Ya me pesa levantarme de la cama. Manejar, ir al banco o a trabajar, me pesa lo doble. No me veo futuro ni le veo futuro a esta ciudad; no el futuro que yo busco. Así vuelva a ser la ciudad que algún día fue, tarde o temprano volverán los mismos problemas, pues es precisamente nuestro pasado lo que nos tiene en este horrible presente. Es un círculo vicioso. Un eterno retorno. Es escarbar en el mismo pozo al que se le están viniendo las paredes abajo.
Disculparán si ya no posteo tan seguido como antes, pero ando arreglando papelería, haciendo trámites y vendiendo lo poco que tengo para irme lo antes posible.
Nos leemos pronto.
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