EMPATÍA
f. Sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad
que afecta a otra:
la empatía
consiste en ser capaz de ponerse en la situación de los demás.
(WordReference.com)
Es muy triste ─no hay otra palabra que defina mejor lo experimentado─,
al menos para mí y para la concepción que tengo de los valores y posturas
asumidos en la vida, ver como se puede ir degenerando una actitud en algunas
personas y, por este motivo, cambiando una forma de ser que, en general y a
groso modo, podríamos decir que todos traemos desde la cuna, que es aquella que
nos hace ser empáticos con los demás, y no a través de impostaciones de la
personalidad sino por medio de no dar rienda suelta a esos bajos modales que
quizás en otros ámbitos suelen ser aceptados, celebrados y disfrutados (escasos
ámbitos, seguramente) pero que en los círculos más amplios y generales pasan a
ser una desatención y una desubicación llana y lisa.
Cuando uno llega a cierta edad, cuando se considera adulto (lo que no quiere
decir que uno sea un ser aburrido o sin sentido del humor o con una expresión
adusta todo el tiempo), hay cosas que deben quedar en el tintero
definitivamente, más cuando se está compartiendo con otras personas diferentes
a las de todos los días que podría incluir a esas que saben de nuestras reacciones
que en otro contexto diferente a ése, el de siempre, llegan a ser odiosas,
molestas y provocan cada tanto un desencuentro entre la gente, al no saber cómo
reaccionar o asumir los comentarios por ejemplo, que se lanzan de cualquier
cosa que pueda estar sucediendo en un instante preciso, así sin más.
Experimentar esos instantes suele ser cómico en algunos casos en primera
instancia (aduciendo esta comicidad contextualizada a la desazón de no saber
qué hacer o cómo reaccionar ante lo sucedido o dicho; resultante de todo esto:
la risa, como sinónimo de una expresión o chivo expiatorio para salir del
momento a como dé lugar) y a posteriori suele desembocar en las reacciones más
inesperadas; ésas que, por cierto, quienes menos se las esperan son quienes se
dieron cuenta de lo que se estaba produciendo y pasaron por un desencanto fugaz
pero contundente aunque finalmente hayan podido sortearlo y quienes produjeron
tal desacierto con su proceder, ya que para estas personas, nada más natural
que ser, desenvolverse y manejarse así.
Porque hasta cierto punto podría entenderse que cada cual es como es y
de ahí en más nada debería interferir en el ser como se es, valga la
redundancia; pero no, ocurre que hay tiempo y lugar para todo y por tal motivo
no se puede ir por la vida como se es siempre, sin tratar de contemplar al
menos en un porcentaje ínfimo al otro y a lo que ese otro pudiera sentir con
las expresiones que uno tiene.
Pasa por una chiquilinada y formas de ser absolutamente inmaduras,
egoístas y ridículas que todos debamos adaptarnos, aunque las entendamos y
podamos darnos cuenta que no revisten ninguna maldad, a reacciones adquiridas
en otro contexto absolutamente diferente al nuestro. En cada sitio se es como
el contexto lo vaya marcando, tampoco esto significa andar siendo falsos y poco
auténticos si lo entendemos desde el lugar de que quien se encuentra con
alguien es de una manera específica, siendo a la vez, con certeza,
completamente diferente a cuando se encuentra con alguien más. Sino estaríamos
hablando de un egoísmo sin par en el que los demás deben adaptarse a nosotros
para nunca interactuar plenamente, adaptándonos todos (cada uno desde su lugar), como un “encuentro” ─siempre de más de uno, que por eso se “encuentran”─
lo requiere.
Y experimentar, vivir, este tipo de momentos, con sus “in situ” y sus “a
posteriori”, es francamente incómodo y desconcertante porque hay que entender
que el malestar de presenciarlos y la confusión derivada de las reacciones de
todas las partes es algo que nunca podremos evitar aunque bien por fuera nos
sintamos estar de lo que dictaminan y decantan todas ellas.
Tal es así que siempre vamos a tener que chocar contra esa realidad que nos
sofoca y, nuevamente, nos entristece provocando en nuestro ser, en ese más íntimo y profundo que aspira siempre a la
concordia y al bienestar de todas las
partes, una añoranza de cuando la empatía abundaba en las almas humanas y no se andaba esperando
tanto que a uno lo entiendan en todo lo
que hace sino adaptándose a cada momento, como así tampoco sintiendo que todo era
contra uno y que el mundo estaba
contra uno siempre
porque uno, vaya a saber porqué, lo experimentaba de esa manera.
En fin, la gente crece en años y en rebusques y si bien es necesario
superarse y entender que no todos pueden estar bien con todos todo el tiempo,
está bueno saberse simple y en esa simplicidad
hacer sentir simples y bien a los demás.
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